Case Studies

¿ Quien eres tu ? -cuentos de terror

5-cuentos-cortos-cuentos-de-terror-parte-7

 

Dime tú, ¿nunca te ha pasado que, sin ninguna causa aparente, sientes un pequeño escalofrío que te recorre el cuerpo?De seguro que sí y también habrás escuchado de gente que le atribuye un origen biológico y todas esas excusas de las personas de mente cerrada, pero ¿qué tal si todo no fuera tan simple?  Doppelgänger, esto es, tu “gemelo”, pero no uno biológico, sino uno que va mas allá de la comprensión. Alguien que, no solo tiene tus mismas características físicas, sino que también comparte parte de tu personalidad, tu actitud, tus gustos y disgustos y hasta parte de tu historia. La pregunta es: ¿Qué relación tienen “ellos” con nosotros? 

 

Si yo te dijera que tu Doppelgänger está leyendo esto al mismo tiempo que tú, ¿qué creerías? Más importante aún, ¿cuál de los dos es el Doppelgänger? Porque seguro TÚ crees que eres real, pero quizá seas tan solo un sueño dentro de alguna mente retorcida. Porque, de seguro que a veces has sentido que no perteneces a este mundo, o simplemente sientes como un repentino golpe de certeza que te dice que esto no es “real”, que hay algo más “afuera”  Tú y tu Doppelgänger son el camino para encontrar ese “afuera”. Si te has informado, sabrás que dicen que si te encuentras con tu Doppelgänger irrefutablemente uno de los dos morirá (ha habido casos históricos). Pero, ¿porqué sucede esto? ¿Algo natural, o es que hay una fuerza externa que causa esta desgracia?  Posiblemente encontremos algunas respuestas en las fuerzas que controlan este perdido mundo. Si tuviéramos una tecnología más avanzada, podríamos crear simulaciones muy potentes. Ejemplos de esto son los extensos mundos de GTA y Minecraft, junto con infinidad de SandBox que generan mundo enormes poblados por criaturas con inteligencia artificial. Pero, ¿y si pudiéramos mejorar esto?Que tal si pudiéramos crear una simulación completa y total del planeta Tierra,y para darle aún más realismo dotaríamos de aquellos “seres humanos artificiales” de una inteligencia muy humana. Pensarían como nosotros, sentirían como nosotros querrían lo mismo que nosotros… y creerían que son reales, como nosotros lo creemos. Así, si casualmente dos de estos seres (hay que recordar que el ser humano NO PUEDE CREAR NADA, todo lo trasforma o lo pervierte) se encontraran, es decir, estos dos seres serían la copia idéntica y dividida de un ser humano real; al encontrarse se complementarían y formarían al ser humano que les sirvió de molde. Entonces SABRÍAN! Sabrían que no son reales! Que todo es una mentira! Que hay alguien allá “afuera”, alguien que los controla y los usa como un simple experimento. Y entonces lo propagarían, como una enfermedades expandiría y más gente empezaría a saber la verdad, buscando la forma de enfrentar a sus “creadores”. Tarde o temprano, el valioso experimento se echaría a perder.  Esto me lleva a concluir, ¿Quién eres tú? Porque, sabrás, los seres humanos “de afuera” tienen sus formas de comunicarse con los “de dentro” y no todos están de acuerdo en utilizar a criaturas virtualmente “casi vivas” con fines experimentales… se busca una revolución… que la gente sepa, y lo propague…¿Quién soy YO? Yo soy el molde que permitió tu creación… busca a tu otra mitad y juntos destruyan este vil experimento… ¿Quién eres Tú? 

La Mujer Maniqui -cuentos de terror

5-cuentos-cortos-cuentos-de-terror-parte-7

En junio de 1972, una mujer apareció en el hospital Cedar Senai vestida solamente con una bata blanca cubierta de sangre. Esto por sí solo no era nada extraño, pues la gente solía tener accidentes cerca y venía al hospital más cercano para recibir asistencia médica. Pero había una cosa que hacía que las personas que veían a esta mujer huyeran aterrorizadas: ella no era precisamente humana. Se parecía a algo así como un maniquí, pero tenía la destreza y la fluidez de un ser humano normal. Su rostro era tan impecable como el de un maniquí, desprovisto de cejas y lleno de maquillaje.

 

Desde el momento en que entró al hospital hasta que fue llevada a un cuarto para proceder con la sedación, permaneció completamente tranquila, inexpresiva e inmóvil. Los doctores habían decidido sujetarla hasta que las autoridades llegaran y ella no protestó. No pudieron sacarle ningún tipo de respuesta, y la mayor parte de los empleados se sentían bastante incómodos al mirarla por más de unos segundos.

 

Pero al momento en que el personal trató de sedarla, opuso resistencia con una fuerza extrema. Dos empleados la sujetaban mientras se levantaba de la cama inexpresiva. Luego giró sus ojos impasibles hacia el doctor e hizo algo inusual. Sonrió. En cuanto lo hizo, la enfermera gritó y la soltó por la impresión; ya que en la boca de la mujer no habían dientes humanos, sino unos más largos y afilados. Muy largos como para que su boca no se pudiera cerrar sin causarle alguna herida…

 

El doctor la miró fijamente por un momento, antes de preguntarle, “¿Qué mierda es usted?”.

 

Ella recostó su cabeza sobre su hombre para observarlo, aún sonriendo. Hubo un largo silencio, el personal de seguridad ya había sido alertado y se le podía escuchar corriendo por el pasillo.

 

En tanto él se volvió hacia el sonido de las pisadas, ella se le abalanzó, hundiendo sus dientes en la parte anterior del cuello del doctor, arrancando su yugular y dejándolo caer al piso. Luego se inclinó hacia él, mientras jadeaba y se ahogaba en su propia sangre, y le susurró al oído:

 

—Yo… soy… Dios.

 

Los ojos del doctor se llenaron de terror mientras la miraba voltearse tranquilamente y caminar hacia los guardias. Lo último que vio fue cómo se daba un festín con ellos, uno por uno.

 

El doctor que sobrevivió al incidente la nombró “La Inexpresiva”.

 

Nadie nunca la volvió a ver.

navidad en el hotel - cuentos de terror

5-cuentos-cortos-cuentos-de-terror-parte-7

 

Nunca pude dormir bien en los hoteles. Supongo que es algo así como un eufemismo; nunca pude dormir bien en general, pero los hoteles eran los peores.

 

Sólo la idea de que el anterior ocupante de esta cama es un completo extraño era repulsiva en mi mente, pero eso no viene al caso.

 

Lo que quiero decir es cómo esta falta de sueño en los hoteles me cambió la vida. Navidad, estábamos pasando la Navidad en un hotel de mierda, y no con la familia, excelente.

 

No me malinterpreten, no es que no me guste todo lo que puedas comer en el buffet, patatas fritas, empapadas y sémola para la cena de Nochebuena.

 

Por supuesto, la primera nevada de la temporada tuvo que cancelar nuestro vuelo a Virginia. Era la víspera de Navidad y yo estaba tratando de dormir en esta habitación saturada de lejía; mi mente pensaba qué ha pasado aquí para causar tal cantidad excesiva de cloro.

 

La habitación no era nada fuera de lo normal: dos camas, una para mí y mi padre y otro para mi hermana y mi madre, un baño, y un microondas manchado que parecía en necesidad de una buena limpieza de polvo. De alguna manera conseguí dormirme y me sumí en un sueño sin sueños. Al despertar, me di cuenta de que era temprano por la mañana, mi padre estaba junto a mí roncando y por lo general se despierta antes de las 4 de la mañana.

 

Fue entonces cuando me di cuenta, es Navidad, y yo estaba a punto de dejar que esta mala fortuna arruinara mi fiesta favorita.

 

Mirando a través de la cama en el reloj para ver la hora es cuando me di cuenta de una silueta de un hombre de unos 6'3 pies de altura mirando a mi madre a través de la habitación. Todavía medio dormido y atrapado en el momento no pude evitar pensar en Papá Noel.

 

Me di cuenta de lo estúpido que era el pensamiento y el horror pronto llenó mi cabeza, me contuve un grito. Yo sabía que no podía dejar que me vea despierto así que tranquilamente puse mi cabeza hacia abajo fingiendo dormir. Mi mente estaba corriendo, alguien estaba en mi habitación y yo no podía hacer nada, estaba escuálido para dieciséis años de edad, ese hombre parecía un buey.

 

Me preguntaba si podía despertar a mi padre, pero yo sabía que no iba a funcionar, se durmió como un tronco, un cubo de agua no podía conseguirlo lo suficientemente rápido. Estaba prácticamente en lágrimas, nunca me había sentido tan impotente. Por segunda vez me ahogué un grito. Estaba de pie junto a mí, yo podía sentir y escuchar su respiración en mi rostro; olía como si hubiera estado comiendo carne podrida desde hace una semana.

 

Si él no sabía que yo estaba despierto seguramente lo hizo ahora, al ver mi rostro contraído por el miedo.

 

La respiración se detuvo y no pude evitar un suspiro de alivio, me he pateado a mí mismo, pero no había necesidad, oí la puerta de la habitación abrirse y cerrarse. Me levanté. Nada en la habitación estaba en desorden y mi familia seguía durmiendo. Eso no podría haber sido un sueño, yo no podría haberlo imaginado. Finalmente abrí la puerta para asomarme.

 

Echando un vistazo a la puerta con el fin de memorizar el número de habitación vi una gigantesca "X" pintada con spray negro en la puerta. Si yo hubiera visto esto sin la experiencia previa probablemente hubiera pensado que era tan sólo unos niños estúpidos, yo sabía, pero no lo suficiente, lo que era.

 

Mi corazón dio un vuelco, allí estaba, dando vuelta la esquina al final del pasillo, '¿Por qué estoy haciendo esto?' Le seguí hasta el aparcamiento, que estaba a la vista, en un momento estaba saliendo del vestíbulo, y al siguiente ya se ha ido. Al darme cuenta de lo frío que se está fuera en pijama, regresé al vestíbulo. No había nadie alrededor, extraño, podría jurar que había un conserje de noche.

 

La adrenalina desapareció y me di cuenta de lo estúpido de mis acciones, él me podría haber matado. Me maldije al subir las escaleras. Sabía que algo estaba mal cuando llegué a mi piso. La puerta de mi habitación estaba abierta, yo no la había dejado de esa manera, ¿verdad?

 

Entré y después de una búsqueda rápida por la habitación me propuse a lo seguro y mi familia estaba todavía dormida. Cerré la puerta y volví a la cama a pesar de que no pude dormir por el resto de la noche. He escuchado a mi padre levantarse y finalmente mi madre la siguió pero todavía fingía dormir.

 

Pocas horas pasaron y mis padres, mi hermana y yo, nos metimos en el coche y nos dirigimos de vuelta al aeropuerto. Cuando metí la mano en mi bolsa para coger mi iPod me llevó a la conclusión de algo que no había estado allí el día anterior.

 

Una nota que simplemente tenía las cinco palabras que aún me hacían pensar en el dia de hoy:

 

"Yo sabía que estabas despierto."

 

Ya han pasado dos meses desde la experiencia del hotel, todavía estoy asustado por mi vida y se agrava cada día. Esa nota que encontré no era la única; sigo recibiendo más.

sé que estas despierto - cuentos de terror

5-cuentos-cortos-cuentos-de-terror-parte-7

El chico sabe que si da la más mínima señal de que está despierto, estará perdido. Sabe que si eso se da cuenta de que él lo ha oído todo, morirá. El muchacho está tenso, arropado con su manta hasta la cabeza, exhalando aire caliente y húmedo que se acumula en el espacio que ha creado la sábana. Necesita aire fresco, pero el más leve movimiento lo delataría. Su padre y su madre lo miran fijamente, sin parpadear.

 

Horas antes, el muchacho apenas se había acostado. Había sido un día bastante largo: tres exámenes en tres horas, pruebas en gimnasia y, además, entrenamiento de fútbol. Todo eso lo había dejado molido. Al otro lado de la pared, sus padres veían un reality show bastante cutre. Después de mentalizarse, se durmió.

 

Un ruido leve lo desveló a media noche; estaba confuso y desorientado. Seguía escuchando el ruido, el cual parecía provenir del salón. Poco a poca abrió la puerta y caminó a través del oscuro pasadizo que llevaba al centro de la casa. El ruido se hacía cada vez más intenso y desagradable, similar al de los huesos al romperse. Lentamente, asomó la cabeza por la esquina. Horrorizado, descubrió el epicentro del ruido. Una masa de unos dos metros estaba de pie, inmóvil. En su mano se encontraba el cuerpo sin vida de su padre. Tenía el pecho perforado y las extremidades destrozadas. A sus pies, estaba el cadáver de su madre partida por la mitad. El muchacho sintió la necesidad de gritar, pero sabía que si lo hacía no iba a contarlo. Intentando no hacer mucho ruido, el chico volvió a la habitación y se acostó de nuevo. 

 

«Es todo un mal sueño», se decía a sí mismo. «Mañana todo volverá a la normalidad».

 

Aterrorizado, escuchó las fuertes pisadas del monstruo que acababa de asesinar a sus padres. Actuando por instinto, se tapó con la sábana y se hizo el dormido. Escuchaba cómo, poco a poco, esa cosa se acercaba. La tenue luz que ofrecía la luna le permitió ver lo que la figura hacía. Aquella cosa se quedó quieta al lado del mueble. Respiraba profunda y roncamente mientras miraba hacia la cama. El chico, haciendo un esfuerzo inhumano, contuvo sus ganas de gritar y de correr.

 

Cuando la bestia, por un motivo u otro, salió de la habitación, el chico saltó de la cama y observó por la puerta cómo la masa de carne se alejaba y se dirigía al salón. Diez segundos después, se dio cuenta de que volvía y el muchacho regresó al colchón, cogió la sabana y se tapó hasta arriba. El engendro entró de nuevo en el cuarto llevando en su mano alguna cosa; el joven escuchaba cómo manipulaba algo. La fiera volvió a salir. El chico se destapó y pudo observar la macabra escena: el cuerpo sin vida de su padre estaba sentado con el cuello roto y la cabeza mirando hacia el lecho. Otra vez, intentó no gritar.

 

El monstruo volvió una segunda ocasión, ahora con el torso arrancado de la madre, el cual puso al lado del padre. También tenía la cabeza en dirección a la cama. La gigantesca figura se agachó y en ese momento el muchacho se arropó totalmente. Notó cómo la bestia se alzaba y se acercaba hacía él. Sentía su forzosa respiración y notó cómo escribía alguna cosa en la pared. El adolescente hacía lo que podía para no delatarse. Después de eso, el engendro salió de la habitación y desapareció en la oscuridad. Entre sollozos, el muchacho, aún tapado hasta la sien, consiguió conciliar el sueño.

 

A la mañana siguiente se despertó por el fuerte olor que salía de los cadáveres de sus padres. Aún sin creerlo, recordó lo último que había hecho el asesino. Giró la cabeza y, horrorizado, pudo leer una frase escrita con sangre y rabia, que decía:

 

 «Sé que estás despierto».

es un secreto - cuentos de terror

5-cuentos-cortos-cuentos-de-terror-parte-7

Sara llegó a casa después de un día como otro, tal y como esperaba, no había nadie en casa.

 

Normalmente, hubiera estado su abuela esperándola con un plato de comida caliente y rebosante sobre la mesa, recibiéndola con una sonrisa, pero eso ya era imposible. Ahora lo único que la esperaba eran las frías paredes de aquella casa solitaria y apartada. Su abuela, a pesar de tener 50 años, murió hace un año y Sara fue obligada, junto a sus dos hermanos pequeños, a vivir con su tío y su abuelo. Su madre la dejó abandonada con su abuela cuando ella tenía 6 años, y después de no saber nada de ella durante 10 años, le llegaron noticias de que ella estaba en la cárcel por robar a una anciana y matarla, y su padre simplemente... no estaba. También murió, la gente pensó que fue un suicidio.

 

Estaba avergonzada de su madre y su padre, pero solía mantenerse con humor y, a pesar del bulliying que sufría a veces en el colegio y de no sonreír nunca, parecía estar feliz.

 

Era una persona seria y algo fría, pero a la vez sabía mantener un humor algo negro que no sabía porque, pero solía agradar a algunas personas, aunque fueran pocas. Más de una vez pensó que quizás le hacían bulliying por su aspecto: Pelo rubio cortado en capas por los hombros, podía parecer un chico a veces, le faltaban un par de dientes arriba, ya que los perdió una vez que le pegaron unos chicos del colegio, y cicatrices de su dulce rostro había sido cubierto por tres cicatrices principales; una en la barbilla, una en la frente y otra en la mejilla izquierda.

 

Entró a casa, con un hábil movimiento de llaves que había tenido que practicar para no hacerse daño cuando trataba de girar la llave, puesto que la cerradura estaba algo vieja y era difícil abrir. Entró en la casa vacía y se dirigió hacia el frigorífico para comer algo, después, fue a su habitación a escribir en su diario. Puede sonar infantil, pero tenía un diario en el cual escribía todo lo que le preocupaba, tanto cuando sus compañeros se metían con ella como cuando su madre trataba de llamarla desde la cárcel para contarle cosas que en verdad no le interesaban.

 

Comenzó a escribir sobre su día, no pasó nada nuevo, la verdad. 

 

La gente había normalizado tanto sus insultos hacia ella que ya no le importaban tanto, se había convencido de ellos de tal forma que podía llamarse a sí misma hasta palabras que le daban arcadas pronunciar. No tardó mucho en dejar de escribir, puesto que había sido un día como otro.

 

Abrió las primeras páginas, mientras su rostro se ensombrecía y esbozaba una sonrisa macabra, entonces se escuchó el sonido de la puerta. Sacudió la cabeza  y se limpió una lágrima que había caído por su mejilla, guardando el diario debajo de su cama, junto a una rosa que cogió en el funeral de su abuela y había guardado ahí. Fue al recibidor y vio a su tío con una mujer algo mayor.

 

-Tío, ¿Quién es?- Preguntó Sara señalándola. No solía tener una relación muy estrecha con su tío, pero sabía seguro que no era su novia.

 

-Es la nueva limpiadora, va a hacer una limpieza general a la casa, últimamente está muy sucia-dijo su tío dedicándole una sonrisa, mientras la limpiadora iba al lavadero a coger las cosas de la limpieza.

 

-Oh, vale. Tengo que ir a recoger a Emi y a Lukas–Dijo refiriéndose a sus hermanos, que se quedaban en el comedor hasta las 5 mas o menos. Dicho esto, sacudió la mano a modo de despedida y salió de casa.

 

Tardó más o menos 20 minutos en volver, cuando vio que no había nadie en el salón como esperaba. Sus hermanos fueros a jugar con sus juguetes como normalmente hacían, mientras ella se deslizó hacia la cocina y cogió el cuchillo más grande que encontró y lo escondió en el bolsillo de su sudadera azul. Se dirigió a su habitación sin hacer ruido, y tal y como esperaba, allí estaba la limpiadora y su tío, y su diario abierto por las páginas escritas en rojo. Lo estaban leyendo con un rostro de horror. Sara soltó una carcajada, cogiendo el cuchillo con fuerza, sin sacarlo aún de su bolsillo.

 

-Sara… Yo… -Dijo su tío, soltando el diario sobre la cama. La limpiadora simplemente se dio la vuelta y fue a otra habitación, dando por hecho que aquello no era asunto suyo.

 

Sara llegó a casa después de un día como otro, tal y como esperaba, no había nadie en casa.

 

Normalmente, hubiera estado su abuela esperándola con un plato de comida caliente y rebosante sobre la mesa, recibiéndola con una sonrisa, pero eso ya era imposible. Ahora lo único que la esperaba eran las frías paredes de aquella casa solitaria y apartada. Su abuela, a pesar de tener 50 años, murió hace un año y Sara fue obligada, junto a sus dos hermanos pequeños, a vivir con su tío y su abuelo. Su madre la dejó abandonada con su abuela cuando ella tenía 6 años, y después de no saber nada de ella durante 10 años, le llegaron noticias de que ella estaba en la cárcel por robar a una anciana y matarla, y su padre simplemente... no estaba. También murió, la gente pensó que fue un suicidio.

 

Estaba avergonzada de su madre y su padre, pero solía mantenerse con humor y, a pesar del bulliying que sufría a veces en el colegio y de no sonreír nunca, parecía estar feliz.

 

Era una persona seria y algo fría, pero a la vez sabía mantener un humor algo negro que no sabía porque, pero solía agradar a algunas personas, aunque fueran pocas. Más de una vez pensó que quizás le hacían bulliying por su aspecto: Pelo rubio cortado en capas por los hombros, podía parecer un chico a veces, le faltaban un par de dientes arriba, ya que los perdió una vez que le pegaron unos chicos del colegio, y cicatrices de su dulce rostro había sido cubierto por tres cicatrices principales; una en la barbilla, una en la frente y otra en la mejilla izquierda.

 

Entró a casa, con un hábil movimiento de llaves que había tenido que practicar para no hacerse daño cuando trataba de girar la llave, puesto que la cerradura estaba algo vieja y era difícil abrir. Entró en la casa vacía y se dirigió hacia el frigorífico para comer algo, después, fue a su habitación a escribir en su diario. Puede sonar infantil, pero tenía un diario en el cual escribía todo lo que le preocupaba, tanto cuando sus compañeros se metían con ella como cuando su madre trataba de llamarla desde la cárcel para contarle cosas que en verdad no le interesaban.

Comenzó a escribir sobre su día, no pasó nada nuevo, la verdad.

 

La gente había normalizado tanto sus insultos hacia ella que ya no le importaban tanto, se había convencido de ellos de tal forma que podía llamarse a sí misma hasta palabras que le daban arcadas pronunciar. No tardó mucho en dejar de escribir, puesto que había sido un día como otro.

 

Abrió las primeras páginas, mientras su rostro se ensombrecía y esbozaba una sonrisa macabra, entonces se escuchó el sonido de la puerta. Sacudió la cabeza  y se limpió una lágrima que había caído por su mejilla, guardando el diario debajo de su cama, junto a una rosa que cogió en el funeral de su abuela y había guardado ahí. Fue al recibidor y vio a su tío con una mujer algo mayor.

 

-Tío, ¿Quién es?- Preguntó Sara señalándola. No solía tener una relación muy estrecha con su tío, pero sabía seguro que no era su novia.

 

-Es la nueva limpiadora, va a hacer una limpieza general a la casa, últimamente está muy sucia-dijo su tío dedicándole una sonrisa, mientras la limpiadora iba al lavadero a coger las cosas de la limpieza.

 

-Oh, vale. Tengo que ir a recoger a Emi y a Lukas–Dijo refiriéndose a sus hermanos, que se quedaban en el comedor hasta las 5 mas o menos. Dicho esto, sacudió la mano a modo de despedida y salió de casa.

 

Tardó más o menos 20 minutos en volver, cuando vio que no había nadie en el salón como esperaba. Sus hermanos fueros a jugar con sus juguetes como normalmente hacían, mientras ella se deslizó hacia la cocina y cogió el cuchillo más grande que encontró y lo escondió en el bolsillo de su sudadera azul. Se dirigió a su habitación sin hacer ruido, y tal y como esperaba, allí estaba la limpiadora y su tío, y su diario abierto por las páginas escritas en rojo. Lo estaban leyendo con un rostro de horror. Sara soltó una carcajada, cogiendo el cuchillo con fuerza, sin sacarlo aún de su bolsillo.

 

-Sara… Yo… -Dijo su tío, soltando el diario sobre la cama. La limpiadora simplemente se dio la vuelta y fue a otra habitación, dando por hecho que aquello no era asunto suyo.

Revista Contexto Educativo - Contextoe

articulos educativos, Revista Educación noticas y pedagogía. Nuestra misión es a través de la innovación, crear productos que puedan educar, que dejen algo significativo en las vidas de quienes los usan.!